Fulgencio Pimentel edita el viaje ilustrado a Compostela realizado por el arquitecto López-Araquistain
El ejercicio de la peregrinación ha alentado abundante literatura, ríos de tinta. No menos en el caso de Compostela y su apóstol matamoros, que cimentó su historia a mediados del siglo I d.C. con la llegada de su cadáver a Galicia de la mano de sus discípulos Atanasio y Teodoro. Ambos son los grandes fundadores de la ruta jacobea, aunque no fue hasta siete siglos más tarde cuando el monje Pelayo y el obispo Teodomiro descubrieron su sepulcro en el Campo de las Estrellas. Las reflexiones que anima y la espiritualidad -ya sea religiosa o pagana- que suscita hacen de él un asunto universal e inagotable.Es una experiencia transformadora, una búsqueda que espolea toda clase de pensamientos, de observación y de imaginativos relatos. Y la empresa no siempre está movida, como aseguraba Montaigne, por una huida del tedio de la cotidianidad o del yugo de una dominación. Desde el Códice Calixtino y Las siete partidas de Alfonso X el Sabio hasta Paulo Coelho, han visitado literariamente el camino Cees Noteeboom, Álvaro Cunqueiro, Gerardo Diego, Alejo Carpentier e incluso la actriz Shirley MacLaine.
A la ingente bibliografía que ha generado se suma ahora El camino dibujado. Un viaje ilustrado a Santiago de Compostela, obra de Jesús López-Araquistain publicada con esmero por el sello riojano Fulgencio Pimentel y cuya reposada mirada excede en mucho a la del romero, el turista y el curioso que van de paso o marchan ensimismados, o la de aquel que solo persigue el contacto con la naturaleza. El arquitecto logroñés lleva años registrando sus peregrinajes a Santiago, dibujando con trazo natural, vibrante y límpido espacios naturales y artificiales, arquitecturas y campos, monumentos y paisajes, escenas humanas, utilizando una lente lírica y sutil que transforma reveladoramente la enorme gama de detalles que se muestran generosamente al caminante. «Reyes y reos, obispos y pícaros, santos y villanos lo recorrieron. ¿Por qué no habría de hacerlo hoy un dibujante?», se interroga el editor, que quiere que este bello volumen -de carácter eminentemente gráfico y muy lejos de las guías al uso- resulte «imprescindible para cualquier amante del camino, de la historia, del arte y de la geografía».
Dice José María Pérez, Peridis, en un breve y esclarecedor prólogo, que el camino está rodado y descrito en innumerables filmes y documentales, pero que su belleza y espíritu nunca habían sido dibujados como lo ha hecho López-Araquistain, «a vuelapluma», «desprovistos de toda pretensión», «ligeros de equipaje», «desnudos como los hijos de la mar», desplegados ante los ojos del lector «conmovidos por una levedad y ligereza solo comparable con el vuelo de las mariposas».El autor subraya que ha querido captar la esencia de los lugares del camino ya que, considera, el dibujo es un vehículo formidable para tal objetivo «al exigir tiempo, observación y capacidad de síntesis». Con lápiz, pincel o pluma, añade, el artista aprehende y aprende lo capturado para poder ofrecer ese conocimiento a los demás. De forma más detallada o con una ejecución más expeditiva, el arquitecto riojano comenzó su trazo en la primavera del 2002. Posteriormente, su andadura fue acometiendo tramos, repitiendo recorridos, revisando escenarios del Camino Francés. Así, reunió casi doscientos dibujos al natural y, aprovechando la jubilación, los convirtió en libro.
Imagen: Dibujos del autor.
Fuente: La Voz de Galicia.