En unas de las partes más ocultas de la antigua cripta y también en el cimborrio, a plena vista. Ahí están los nuevos secretos de la Catedral, que no serán los últimos. Las nuevas joyas han aparecido en el marco de los trabajos de restauración y conservación del templo, cuya parte negativa es que impiden el disfrute de la Catedral sin la invasiva red de telas y andamiajes.
A los restos del coro pétreo del maestro Mateo, esculpidos a principios del siglo XII, y que ayer vieron la luz coincidiendo con la visita a las obras del conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, se añade un pequeño rincón con vistas increíbles.
Este acceso se escondía a escasos metros de las escaleras que desde la base del templo desembocan en las cubiertas. Se trata de un estrecho pasadizo de menos de un metro de ancho que serpentea pared adentro hasta desembocar en un espacio aún más exiguo desde el que emerge la luz que se cuela por el rosetón de la estructura de la nave principal. Esta zona, ya restaurada, no se puede visitar todavía.
Escaleras arriba, el laberinto de andamios permite a las personas que contratan la excursión a las cubiertas disfrutar de una panorámica distinta, con mejores vistas por ser más elevada la perspectiva, pero con el hándicap del viento, que en la mañana de ayer dificultaba enormemente disfrutar de una experiencia siempre única.
La sorpresa de altura de la Catedral está en la linterna del cimborrio, ya restaurado y en cuya construcción se percibe el legado del estilo románico (base), gótico (estructura) y barroco (cúpula).
Hasta que la restauración no llegó a esta parte de la Catedral, se trataba de construcción tan hermosa como ciega. Ahora, tras ser desmontada, y reinstalada pieza a pieza en apenas mes y medio, el cimborrio, además de perfectamente consolidado, ya resulta accesible. También lo es, tras superar el desnivel de una escalera, tan estrecha como empinada, el acceso hasta la linterna.Allí En un minúsculo espacio, que durante siglos permaneció oculto y cuya puesta a punto aún no ha terminado, la vista panorámica se eleva aún más, ofreciendo una imagen circular que permite vislumbrar la Catedral y buena parte de la ciudad desde una perspectiva inédita hasta el momento. También se percibe la envergadura de la restauración a la que está sometida.
Los trabajos en la catedral no afectarán a la celebraciones vinculadas a la Semana Santa ni tampoco se dejarán sentir durante los meses de verano, ya que será a partir de octubre cuando, posiblemente, sea necesario compatibilizar la apertura del templo y los oficios religiosos con la nueva fase de la intervención, que se desarrollará durante todo el 2020, aunque ya desde el 2019 la restauración llegará al baldaquino, al altar de plata y al enrejado del altar mayor, entre otros espacios.
Imagen: Las perspectivas de la Catedral y sus tesoros ocultos.
Fuente: La Voz de Galicia.