Son las personas que ayudan, atienden, cuidan y acogen en el Camino de Santiago. Sin ellos, la peregrinación a Santiago sería impracticable. Y la experiencia inolvidable que se llevan los peregrinos, imposible. Son los hospitaleros, unos auténticos ángeles de la guarda del Camino.
Dando a conocer su figura ponemos punto y final a la iniciativa Los Valores del Camino en 12 Meses que durante el último año hemos llevado a cabo desde El Camino con Correos e iPeregrinos. Y qué mejor forma de hacerlo que hablando con algunos de ellos y contando sus vivencias, experiencias y anécdotas como hospitaleros.
Más de una década lleva Ángel Herranz prestando acogida en el Camino de Santiago. Es uno de los muchos Hospitaleros Voluntarios que cada año reciben a los peregrinos en alguno de los albergues parroquiales y municipales presentes en el Camino. Su trabajo es diario, constante y no remunerado. Aunque como nos explica Ángel, “la dedicación es altruista económicamente hablando pero egoísta desde el punto de vista emocional”.
Ángel llegó a ser hospitalero por casualidad. Se fue un viernes a Grañón pensando que iba a hacer un curso de cocina. Y salió de allí un domingo convertido en hospitalero. Un albergue de Nájera fue su primer destino. Y tras 15 días codo a codo con peregrinos y compañeros, quedó unido de por vida a la hospitalidad.
Requisitos del Hospitalero Voluntario
La hospitalidad es muy gratificante pero también muy exigente. Por eso le preguntamos a Ángel qué hay que tener para ser un hospitalero voluntario. “Nosotros establecemos tres requisitos: haber hecho la peregrinación a Santiago, querer dedicar tiempo y capacidades de modo altruista a la acogida y realizar un breve cursillo organizado por la Federación de Asociación de Amigos del Camino de Santiago”, nos explica.
El propio Ángel es también formador y destaca la necesidad de que todos pasen por esa experiencia. “El papel de hospitalero voluntario suele ser un trabajo duro y nada parecido a unas vacaciones alternativas. Y la gente debe saberlo”, asegura. “La mayoría de personas que da el paso y decide convertirse en hospitalero voluntario busca devolver al Camino lo que el Camino le dio”, añade Ángel, quien no obstante, nos cuenta que hay gente que queda enamorado de la hospitalidad para toda la vida. Pero también hay gente que tras su primera experiencia no vuelve.
Ángel Herranz nos da las claves para una perfecta hospitalidad. Y es que además de las labores diarias en el albergue, este veterano nos recuerda que el hospitalero debe atender a los peregrinos y complementar a sus compañeros. “No solo es la higiene, la comida o la resolución de dudas. Hay que crear un entorno o un clima que favorezca la acogida”, asegura. Hecho esto, todo lo demás va fluido. “Tú puedes no saber idiomas y no entender a alguien, que siempre aparece una persona dispuesta a traducir o ayudar. En los albergues se produce una magia que no se da en otro sitio”, asegura.
Por último, Ángel tiene claro cuál es el hospitalero perfecto: “Aquel que atiende a todos los peregrinos pero hace que cada uno se sienta único y especial. Y, sobre todo, aquel al que los peregrinos se llevan en el recuerdo pero no saben su nombre”.
Ayuda al peregrino
Los voluntarios no son los únicos que ofrecen hospitalidad en el Camino de Santiago. En los albergues privados, a pesar de que sí hay una remuneración económica, la acogida también es clave. Un buen ejemplo es Celestino Alonso, propietario junto a su mujer del Albergue El Cántaro de Navarrete, un pueblo a 12 kilómetros deLogroño.
Catorce años lleva este matrimonio al frente del albergue por el pasan cerca de 4.500 peregrinos al año. Y en todo este tiempo Celestino ha aprendido que la ayuda al peregrino es su pilar fundamental. «Estamos aquí para atenderlos, para resolver sus dudas, incluso para charlar con ellos”, nos cuenta. Una función que, por supuesto, hay que compaginar con el mantenimiento del establecimiento.
Para Celestino una de las cosas más fascinantes de ser hospitalero es la oportunidad que te ofrece para conocer gente muy distinta, de reunir en la misma mesa a personas que en otras circunstancias nunca se sentarían juntas a charlar.
Pese a todo, Celestino cree que ese espíritu de camaradería, esencial del Camino se está perdiendo un poco. “Antes, la relación con el hospitalero era más intensa. Incluso entre los propios peregrinos. Ahora son un poco más individualistas y solo hacen caso al móvil”, nos cuenta entre risas. Pese a todo, Celestino tiene claro que su vida es el Camino y la hospitalidad. Por eso invita a todo el mundo a vivir esa experiencia.
Imagen: Hospitalidad en el Camino.
Fuente: CORREOS e iPeregrinos.